Hoy os quiero acercar la técnica del Kintsugi emocional:
«Acoger nuestras cicatrices emocionales y utilizarlas para transformarnos en algo más fuerte y precioso.»
Seguro que sabes de lo que estoy hablando… muchas veces idealizamos la maternidad… pero la realidad es otra.
Existen muchas situaciones que nos pueden romper por dentro: Una separación, un duelo, una pérdida, un diagnóstico familiar no esperado… o sentir que no podemos con todo y esto nos rompe.
Hoy quiero acercaros la técnica del kintsugi como metáfora… esta técnica japones que utiliza resina y oro para reparar los objetos rotos.
Nos enseña que nuestras cicatrices emocionales no tienen que ser una fuente de dolor constante que no nos deja avanzar, sino que estas cicatrices pueden ser aceptadas e integradas como una parte de nuestra historia de vida.
Al igual que las piezas rotas de cerámica se vuelven más valiosas y hermosas después de ser reparadas con oro, nuestras emociones pueden convertirse en una fuente de fortaleza y resiliencia después de haber sido reconocidas, transitadas y curadas.
A continuación, en el descriptivo te dejo unos tips para trabajar estas cicatrices emocionales.
- Aceptar que la vida está en permanente cambio y hay muchas cosas que NO están bajo tu control.
- No te tomes los obstáculos de forma personal, acógelos y ocúpate de éstos.
- Lo importante no es lo que te sucede, sino lo que haces con ello.
- Cuida tu espacio y pon límites sanos a aquello que no te suma.
- Busca personas de confianza que te ayuden a transitar este momento. Poder hablar de lo que te sucede te ayudará a ordenar las ideas y buscar soluciones adecuadas.
- Poder “separarte” de la situación un momento te ayudará a coger distancia y poner tu parte racional al tema.
- Recuerda que tú puedes ser tu mejor apoyo, es importante escuchar que tipo de diálogo interno tienes.
- Una vez hayas transitado por la situación y el tiempo (y tu misma) te lo permitas, agradece aquello vivido y aprendido.
Y recuerda: Tu imperfección es preciosa, y tu familia te quiere con toda tu imperfección.
Tus «cicatrices emocionales» te hacen única y hermosa.